«Apiladas y encadenadas a árboles y mobiliario público», dice un lector. «Sillas, mesas, veladores, sombrillas… Es vergonzoso», califica. «¿La calle es suya? ¿Esto está permitido?», se pregunta. «Cuando la terracita está montada es peor, con los camareros atravesando con bandejas por los accesos a la marquesina. Un caos innecesario en nuestro espacio», concluye.
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