La estampa ha llevado a un vecino a hartarse de una situación, que lejos de remitir, se ha convertido en rutinaria. «No hay que esperar a que pase algo raro en la calle para ver una escena así», relata este vecino. «Este es el día a día en la calle Pintor Rosales de Logroño con los coches aparcados hasta en el jardín», relata.
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