Una lectora nos envía esta imagen para evidenciar los perjuicios de caminar por La Grajera en un día de lluvia. «Estoy decepcionada. A mi perro se le quedan restos de pintura roja en el pelo, que luego chupa y puede sufrir por ello». Y pide un cambio al respecto. «No me molesta ir por el de gravilla, prefiero llenarme de barro que de pintura».
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