La imagen demuestra la temeridad de los vándalos, a los que la seguridad no les importa. Algún desalmado se ha dedicado a quitar los tornillos que sujetan los cristales de la cúpula de la estación de autobuses con el consiguiente peligro para quien se acerque o se apoye sin querer en uno. Lo dicho, «una temeridad».
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