Pasear ayer por el parque del Ebro era «doloroso», dice un lector. Las razones: «las botellas rotas, vomitonas, latas tiradas, bolsas de papel, vasos de plástico y olor a orines desde la pasarela hasta el Puente de Piedra, donde la comisaría. Anoche el parque debió ser un gran ‘botellódromo’ y es imposible decir que las autoridades no se dieron cuenta», termina.
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