«Al ir con los niños al Parque de Las Chiribitas, en Logroño, me encuentro las botellas de seis litros de cerveza de la noche anterior, las bolsas y los típicos excrementos de perro», dice una lectora. «Ya que parece que no se puede controlar ni a los que beben ni a algunos dueños de perros, sería importante que el servicio de limpieza pasara antes que los niños».
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